Un flirteo de lluvia
esculpe el laberinto de los pájaros;
su látigo de agua estalla en el silencio
y fisura las alas de cristal.
Danza, sobre mares de acero,
entre los pensamientos
atados y descalzos.
No hay faro que guíe a la tristeza.
La paloma del alba
me llama para huir.
Despierto y sólo encuentro
al lobo que devoró la luna.