Me dijeron que tu
espíritu
habitaba en el polen.
Removí cada estambre
y vulneré mi vida
a través de estos años
aterida en los pozos
helados, prohibidos.
No escapé, tan siquiera,
de la duda
cuando me sitiaba
en los bosques ardiendo.
Asomada a sus fauces
abisales infiernos
me concluían.
Abismos infinitos
-vacías de ti-
me enseñaban sus manos.
Recorrí mil jardines
-y aún sin encontrarte-
yo sentía latir
en la gruta del mundo
tu exánime presencia
como resucitable.
como resucitable.
Y no existió rincón
ni una ola de mar
sin conjurarte.
Infringí las fronteras
de tristes crisantemos
mientras bajo sus alas
las grullas -como
siempre-
me traían tu nombre.
Y de pronto
ahora que no me importan
los espíritus ni el
polen,
tú has venido a buscarme
cuando ni yo me
encuentro.
Y ya arrasé los campos
y aniquilé las flores.